top of page

LA COCINERA DE LA REINA ISABEL II

 

Chen Mei es una joven y humilde cocinera que huye de su pueblo para trabajar en Hong Kong durante la hambruna que azotó a la China continental en los años sesenta. En la colonia británica sirve como doméstica para la familia Cooper, la cual se traslada, de forma repentina, a Londres tras la agresión y robo que recibe un miembro de la misma. La cocinera los acompaña en su viaje de regreso por medio mundo y se queda con ellos en su casa londinense hasta que se enamora del hombre de su vida, un apuesto doctor cuyos padres regentan un restaurante en el barrio chino de la capital británica. Su arte culinario es tan sorprendente que la descubre uno de los veinticinco maestros de cocina de Su Majestad y, finalmente, acaba siendo contratada por la Reina Isabel II como responsable de uno de los fogones reales del Palacio de Buckingham. Con el paso de los años, se convierte en la jefa de todos los maestros de cocina y establece una relación de amistad con la Monarca británica a la cual influye en la decisión más importante de la Corona.

Chen Mei desarrolla con dedicación la gestión integral de la cocina real y disfruta de la experiencia más inolvidable de su vida junto a la familia real británica en el Palacio de Buckingham y en el castillo de Balmoral, donde realiza con acierto su papel de confidente en las disputas y secretos de la Reina Madre, la Reina Isabel II, el Príncipe Felipe, el Príncipe Carlos y la Princesa Diana de Gales.

La cocinera de la Reina Isabel II es la sobrecogedora historia de una joven en busca de la justicia social, la felicidad y la realización personal, unos valores que inculca con éxito a sus dos hijos y a la mismísima Monarca británica.

novela
novela
Cap.1 El final de un principio

Chen Mei lloraba angustiada, presa del pánico, mientras era conducida por el largo pasillo de la sala de urgencias del Royal London Hospital. Su vida se extinguía como consecuencia de la obstrucción severa de una arteria coronaria a sus ochenta y dos años. Los médicos no consiguieron evitar el paro cardíaco en el tiempo que recibió la asistencia sanitaria, aunque sí lograron mejorar su estado general durante unas horas y pudieron atisbar la felicidad en el rostro de la anciana antes de su muerte. Ya fuese por la medicación o por la llamada del Todopoderoso, la señora, cuyo milenario apellido Chen la acompañó en sus dos matrimonios en cada uno de los países de sus dos nacionalidades, sintió cómo iba desapareciendo con lentitud la presión y el dolor en su pecho mientras se lanzaba a tumba abierta por la nebulosa de sus recuerdos desde su lejano pasado en China hasta su vida plena y satisfactoria en el Reino Unido.

La señora Chen pertenecía a la etnia de los hani, uno de los pueblos más pobres concentrados en la provincia de Yunnan al sudoeste de China. Gracias a la arriesgada huida que protagonizó con veintitrés años durante la hambruna que asoló su país en los años sesenta, la joven fue capaz de eludir la muerte y superar en un tercio la corta esperanza de vida que correspondía a su minoría étnica.

novela
Cap.2 La boda

En el verano de 1955, Chen Mei se casó con Huang Chang, un joven hani de ojos tristes, ancha nariz y gruesas manos embrutecidas por su media vida de trabajo en los bancales de arroz. La ceremonia de boda de la pareja fue oficiada por una de las tres figuras de su sistema religioso politeísta en una edificación sagrada en la cual los miembros de la etnia Hani rinden culto a los ancestros y a los dioses naturales a pesar de que muchos de los hani concilian su religión tradicional con el budismo, el taoísmo o el confucionismo.

En la boda, Huang Chang llevaba una camisa blanca de rayas verticales beis, un chaleco negro con hombreras cubiertas de borlas de diferentes colores y un gorro oscuro con una franja ancha de diversas tonalidades claras y llamativos adornos unidos. Colgaba de un lado a modo de corbata una ristra de medallones de acero que tenían forma de escudo entre dos tiras transversales bordadas en la parte superior e inferior de la chaquetilla. Los sencillos pantalones que usaba el novio eran largos, anchos y de color marrón deslavazado con mala presencia, ya que se hallaban confeccionados con una tela de hilo fino de baja calidad.

novela
Cap.3 Atrapada en el matrimonio

El violento suceso de la primera noche en casa de los padres de Huang Chang no se repitió, pero Chen Mei siguió atemorizada por su marido. La joven trabajaba con ahínco en los arrozales y ayudaba a su suegra de buen grado en los quehaceres de la casa, por lo que se estableció una tensa calma a la espera de que tuvieran lo que necesitaban de ella. Chen Mei se esforzó en disimular lo que realmente sentía cuando su esposo la tomaba en la cama y tras un año de relaciones sexuales, el embarazo no apareció y su nueva familia empezó a inquietarse.

—Chang, tu mujer no puede tener hijos. Una chica de su edad ya estaría embarazada —dijo el padre del muchacho.

—¿Y qué quiere que haga? Yo cumplo mi parte. La llevaré al curandero de hierbas. Quizá le dé algo que la ayude —aseveró el joven campesino.

—Yo si fuera tú, no esperaría más y buscaba una concubina. Tienes que traer un hijo a la familia cuanto antes.

novela
Cap.4 El éxodo

Chen Mei se dirigió al domicilio de su amiga Xian en el otro extremo de Dawazhecun, la cual trabajó con ella en los bancales de arroz de Azheke hasta que se casó y se trasladó a la casa de los padres de su marido como lo hiciera Mei hacía cinco años. En su último encuentro, las dos jóvenes fueron desgranando las penurias que estaban sufriendo a causa de las restricciones de comida en las cantinas colectivas. Chen Mei detalló a su amiga que el partido no enviaba suficientes provisiones para la población desde hacía mucho tiempo y Xian la animó para que se uniera al grupo que pretendía, el sábado 6 de agosto al amanecer, escapar de la vigilancia del cuadro y caminar durante meses por todo el sur de China hasta llegar a Hong Kong.

—Hola, Xian. Soy Chen Mei. ¿Puedes abrirme, por favor?

—Has venido. Qué sorpresa más grande. Entra, cariño. Dormirás en mi casa —dijo Xian mientras dejaba pasar a su amiga.

—Bienvenida. Me llamo Jin —dijo el esposo de Xian.

—Encantada. Yo soy Chen Mei. Espero no molestaros, pero me he decidido a acompañaros mañana en vuestra huida.

novela
Cap.5 El viaje de la esperanza

La soledad que acompañó a Chen Mei en su viaje a Yulin fue la carga más pesada que soportó la joven. Durante su éxodo, la joven pasó cerca de personas tiradas sobre las esterillas con el hambre en sus ojos que la amenazaron e increparon para que se aproximase. Nunca antes en su vida se había encontrado tan sola y vacía de emociones. Sus padres estaban muertos, sus hermanas lejos, el que fuera su marido se hallaba con otra y sus compañeros de viaje detenidos. Algo en su fuero interno la obligaba a dar al siguiente paso, a alcanzar la cima y el siguiente valle, a pisar el horizonte. Solo le quedaba un tercio del camino para llegar a Hong Kong, pero la angustia tiraba de ella como un pesado lastre sin que realmente importara la distancia hasta su destino. Sus fuerzas empezaron a flaquear y esperó de los dioses un milagro, ya que no podía continuar así por mucho tiempo.

Chen Mei anduvo un par de días y se aproximó al norte de Yulin, la ciudad cuyos habitantes solían comer perros en la fiesta del solsticio. Paseaba a muy buen ritmo mientras recordaba que apenas pudo ver unos pocos canes en su ruta, la mayoría con la piel en los huesos y enfermos, pero en la provincia que estaba cruzando no consiguió ver a ninguno.

novela
Cap.6 La familia

La señora Cooper se llamaba Anwen Peterson. Era una mujer voluntariosa y de buen carácter, pero sobrellevaba con pesadumbre su depresión cronificada durante su estancia en Hong Kong y acentuada tras el parto. Para Anwen, la ciudad en la que residía desde hace un par de años era horrible, ya que no tenía parques, vida social, amistades y un sinfín de inconvenientes que su marido conocía de sobra tras las innumerables conversaciones en las que Brian la convencía para que aguantase un poco más hasta que regresasen a Inglaterra. La mujer se veía como un animal encerrado en una suntuosa jaula que hubiese sido trasladado a otro continente lejos de todo lo que representaba su querido país. Los modales de la señora Cooper era finos sin rayar en lo tiquismiquis y con una sana pasión por la limpieza y las buenas maneras, por lo que se escandalizaba cada vez que salía de su trono de reina y buceaba por las calles y locales de la bulliciosa urbe en la que vivía. Era una mujer delgada y de mediana estatura que solía recoger su pelo rubio en una diadema de tela azul con lunares blancos. Vestía camisas y blusas claras, faldas plisadas cerradas al talle de todos los colores, jerséis de lana beis y chaquetas de astracán como si fuera el envoltorio de un regalo para su marido, el único hombre sobre la faz de la tierra que merecía su consideración. Nada le hizo presagiar, a pesar de los numerosos regalos que traía su esposo en los viajes, la sorpresa que se encontraría cuando abriese la puerta.

novela
Cap.7 El robo

En 1961, Chen Mei era un miembro más de la familia y cuidaba de sus tres componentes ingleses con todo su empeño. La joven aprendió el idioma de sus benefactores con suma facilidad y logró grandes avances en la gramática del mandarín y el inglés, aunque aún debía dedicar mucho más tiempo.

Anwen Peterson superó la tristeza y abandonó la medicación cuando su médico le dio el alta, ya que dio un cambio radical con la llegada de su amiga y compinche china. Las labores de la casa pasaron a convertirse en un juego en el que disfrutaban las dos mujeres e incluso el alegre niño, el cual correteaba por el pasillo en busca de sus dos cuidadoras.

Brian Cooper recuperó la confianza en su trabajo e incluyó la ayuda desinteresada a las personas con las que se relacionaba con resultados positivos, sobre todo para él mismo, puesto que su actividad mercantil ya no fue una simple transacción comercial.

Una mañana, Brian se levantó muy animado por el buen tiempo y conversó profusamente con Anwen y Mei mientras desayunaban en la cocina.

novela
Cap.8 El regreso en barco

A los dos meses de tomar la decisión de regresar a Londres, el matrimonio, Archie y Chen Mei embarcaron en el barco Perseus de Liverpool, el cual descargaba coches en Hong Kong y llevaba especias y té al Reino Unido a la vez que servía de transporte para ciertas personas influyentes que pagaban un precio muy alto por el pasaje y la entrada semiclandestina a Inglaterra.

Una vez se acomodaron en el mismo camarote, salieron a cubierta y observaron multitud de embarcaciones utilizadas para el comercio y la pesca llamadas juncos chinos, lanchas que carecían de quilla con popa corta y velámenes de tela gruesa unidos por juncos. Cuando se asomaron por la borda, justo debajo del barco inglés, observaron a unos chicos y mujeres, algunas con sus hijos pequeños a modo de mochilas en sus espaldas, que reclamaban su atención desde diminutas chalupas manejadas con largas varas mientras les pedían comida, ropa o dinero. Los muchachos acercaron hasta el borde de la cubierta un retel amarrado a una larguísima pértiga y recogieron los yuanes que les entregó Brian.

novela
Cap.9 Londres

Los días se sucedieron a la velocidad de sus corazones. Brian se reincorporó a su antigua oficina en la empresa y la señora Cooper organizó la distribución de todas las tareas de la casa con Chen Mei y el ama de llaves, y estableció un horario fijo por las tardes para que su amiga siguiera recibiendo la última etapa de las clases gramaticales de inglés. Mandaron pintar la habitación del pequeño Archie de azul y la adornaron con muñecos y pósteres de animales. El chaval estaba entusiasmado con los juguetes y aún más con el lugar tan acogedor que le habían preparado para su infancia, aunque de forma muy especial con la atención de sus padres y su gran amiga, la tía Mei, como así la llamaban Anwen y Brian cuando se dirigían a él en referencia a su más ferviente aduladora.

Por aquel entonces, Londres ya era una ciudad cosmopolita con una personalidad única y especial, por lo que Chen Mei quedó enseguida enganchada de su atractivo y, finalmente, reconoció de forma abierta encontrarse en la mejor ciudad del mundo. Cuando la familia Cooper enseñó a Chen Mei la City y los principales distritos a su alrededor, la joven se percató de la poderosa energía y diversidad de una ciudad global que siempre enamora a quien la disfruta.

novela
Cap.10 La salud

La señora Cooper se encontraba en la camilla del centro terapéutico de Li Su tumbada boca abajo con más de treinta agujas chinas clavadas a lo largo de la columna vertebral y la zona dorsal. A su lado, su amiga Chen Mei observaba con detenimiento cada una de las actividades que realizaba el doctor. Se fijó en sus manos fuertes, sus dedos largos y ágiles, la concentración en cada movimiento y la seguridad con la que insertaba los largos alfileres de acero quirúrgico.

—Chen Mei, ¿te apetece tomar un té? —preguntó Li Su.

—Muchas gracias. Sería estupendo.

—Voy a encargarlo ahora mismo. Lo siento, señora Cooper, pero usted debe mantenerse relajada y no puede ingerir nada hasta la hora del almuerzo.

El doctor salió del consultorio, entró en un restaurante chino cercano y pidió le enviasen a su despacho dos tés de jazmín.

—Vienen a traerlos en cuanto los preparen. Mei, por favor, dejemos sola a Anwen con el tratamiento para que se relaje y pasemos a la sala de espera. Será solo un momento para tomar un tentempié —dijo Li Su.

novela
Cap.11 El restaurante

La parte exterior del restaurante consistía en placas de madera pintadas de rojo brillante con la puerta estrecha a la derecha y un doble ventanal que ocupaba el frontal y se hallaba tapado en su parte inferior por dos grandes carteles con los menús y los platos a la carta. Sobre la puerta, un sempiterno letrero reversible que anunciaba: Open y en la parte superior, todo a lo ancho, otro en el que se leía con letras redondas: Li’s Chinese Restaurant.

El interior de la casa de comidas denotaba sobriedad y equilibrio. Constaba de una estancia dividida en dos por un biombo con motivos chinos a modo de puerta, el cual se encontraba orlado por dragones que custodiaban el paso. Todas las mesas eran para cuatro personas, presentadas con una larga mantelería rosa debajo de una más corta blanca, con sillas sencillas de madera oscura y un tablón curvo como respaldo. Los apagados platos, adornados con flores de colores, y la cubertería, desgastada por el trote, se hallaban colocados de forma exquisita. Cada una de las dos estancias tenía un cuadro muy parecido con flamencos de cuello rojizo y puntas negras en las alas pintados bajo un delicado sauce llorón, los cuales parecían flotar en el centro de la pintura sobre podios a modo de hierba. El suelo era de terrazo y un tercio de la altura de las paredes se encontraba revestida con tablitas verticales de madera y un junquillo plano como copete.

novela
Cap.12 La segunda boda

Los meses pasaron al ritmo de trote como sucede en los restaurantes chinos. Siempre hay algo que hacer: las compras de producto, la limpieza del local, los clientes, la colocación de todo lo que se ha empleado, siempre dispuesto y en perfectas condiciones, y vuelta a empezar al día siguiente.

Chen Mei aprendió pronto el arte culinario de su maestra y cada vez iba tomando más responsabilidad en la cocina. Las dos señoras jugaban a que los hombres adivinaran quién de las dos mujeres era la cocinera de cada plato que probaban hasta que por fin no hubo diferencias. Un tiempo después, lo hicieron con la cata a ciegas en la que cada preparación recibía una puntuación. Por aquel entonces, Chen Mei puso toda su energía positiva en la creatividad e incorporó los ingredientes y métodos que su alma, en perfecto equilibrio con la preparación del plato y apoyada por los sentidos desarrollados del gusto, olfato y vista, la empujó a implementar. El resultado fue tan extraordinario que recibió la felicitación de toda la familia Li y de forma especial, la de la cocinera al mando. Finalmente, se reunieron todos y decidieron dar un vuelco importante al negocio.

novela
Cap.13 La noticia esperada

Los días en el restaurante continuaron como siempre, pero con más intensidad e intercambio de emociones. Llegó el invierno sin aviso y la familia Li decidió realizar la remodelación del negocio cuando por fin les entregaron las esculturas de los leones para la entrada, los jarrones y las figuras chinas, así como ciertos paneles y lámparas para la ornamentación del local. Los trabajos se realizaron en un tiempo récord y consistieron en la colocación de un suelo de baldosa grande de piedra gris y un zócalo de ladrillo de un metro de alto pintado de esmalte oscuro con una repisa de madera en rojo sobre la que dispusieron los adornos chinos repartidos a lo largo de toda la pared interior del local. El techo se decoró de negro mate y se colgaron infinidad de lámparas blancas y marrones con flecos sobre cada una de las numerosas mesas de madera de color gris marengo sin manteles y con cuatro sillas del mismo material repartidas a lo largo de toda la estancia. Las paredes se pintaron de rojo apagado sin cuadros, a excepción de las situadas detrás de la barra a la entrada y al fondo del local, en las cuales se colgaron hermosas pinturas con escenas de la vida en China de una tonalidad crema y rosa con caracteres chinos en negro.

novela
Cap.14 La proposición

Las cosas nunca salen como uno las prepara. Que te empeñes en que algo ocurra facilita el suceso, pero no es suficiente garantía. El azar siempre aparece en todos los momentos de la vida. Si coges un tren y no un autobús, quizá descubras a la persona amada que se encuentre libre, ya que se anulan las posibilidades de las que están emparejadas. Si te contratan en un trabajo penoso, acabarás dependiendo del empleador más que si lo haces en un puesto en el que valoran tus habilidades, puesto que la libertad de acción muchas veces genera más felicidad y abre un abanico de alternativas. En realidad, somos náufragos del azar.

Chen Mei desarrolló en su arte culinario un sistema que le proporcionó alegría y bienestar por las cosas bien hechas. Contó con el apoyo incondicional de sus suegros en el negocio y tiró del local hasta convertirlo en un foco de atracción para el público ávido de nuevos placeres en la mesa.

novela
Cap.15 La vida en palacio

El puesto de segundo cocinero del maestro Li Wang en el servicio de cocina para Su Majestad la Reina Isabel II tenía un sueldo cuatro veces el salario mínimo. La persona contratada debía residir sin la familia en alguno de los ciento ochenta y ocho dormitorios habilitados para la servidumbre que disponía el Palacio de Buckingham y trabajar a tiempo completo durante tres semanas para descansar la cuarta fuera de la residencia oficial de la Monarca británica.

En el Palacio de Buckingham vivían más de ochocientas personas en las setecientas setenta y cinco habitaciones que disponía el complejo con sus setenta y ocho baños. La habitación de Chen Mei era muy modesta y en ella parecía que el tiempo no hubiese pasado, aunque tremendamente pulcra debido a la ingente cantidad de personas dedicadas a la limpieza diaria de las instalaciones entre las que se hallaban las setecientas sesenta ventanas que tenían que limpiar cada seis semanas. A pesar del esfuerzo en su conservación, el palacio arrastraba problemas como las goteras y la presencia de ciertos inquilinos no autorizados de cola larga que compartían morada con la realeza y sus distinguidos huéspedes.

novela
Cap.16 La aparición

La semana libre de Chen Mei pasó tan rápido que ni se dieron cuenta. Enseguida, la maestra de cocina de la familia real tuvo que reincorporarse a su puesto de trabajo. Entre sus compañeros corrió el rumor del éxito de los platos asiáticos y todos quisieron coincidir con la responsable para intercambiar opiniones, sobre todo el jefe de los fogones reales. El nuevo segundo de la cocina tradicional china supo cumplir a la perfección su cometido en la sustitución y se mostró un ferviente admirador de la técnica sublime que Chen Mei empleaba en cada una de las preparaciones. Por su parte, la Reina Isabel II y el Príncipe Felipe continuaron con sus vidas habituales alejados de los problemas cotidianos que, de vez en cuando, solían surgir en la organización del Palacio de Buckingham.

Una noche de calor, Chen Mei se levantó para ir al baño. Cuando regresaba a su habitación, se acordó que no había sacado del congelador unos hongos chinos especiales traídos desde su país para el plato que tenía previsto preparar al Príncipe Carlos, por lo que se dirigió a su cocina y tuvo que enseñar su tarjeta de identificación a los dos agentes del servicio de seguridad que se encontró en su camino y que hacían guardia durante toda la noche por las innumerables estancias del palacio.

novela
Cap.17 La conversación real

La Reina Isabel II es propietaria de más de trescientos inmuebles entre los que se encuentran el castillo de Balmoral y el Palacio de Sandringham, y muchos de ellos los tiene en alquiler. La fortuna acumulada durante siglos por su familia es superior a treinta y cinco mil millones de dólares y gran parte de esa cantidad como el castillo de Windsor y el Palacio de Buckingham corresponde a inmuebles que ahora pertenecen al Reino Unido y son mantenidos por el Estado, aunque la familia real conserva el uso de todos ellos. Lo mismo sucede con las joyas y cuadros que son patrimonio nacional y no están incluidos en su fortuna cuyo valor podría rondar los quince mil millones de dólares, aunque son un bien nacional debido a que ella así lo desea.

Además, posee coches que valen quince millones de dólares, caballos que suman otros diez y acciones en empresas privadas valoradas en ciento setenta y tres millones de dólares.

La Monarca británica es una gobernanta de armas tomar con un carácter fuerte forjado desde niña para poder estar al frente de la Casa Real de Windsor, llamada con anterioridad Sajonia-Coburgo-Gotha, cuya denominación cambió en 1917 debido a que la dinastía quiso separarse de sus orígenes alemanes. Fue educada en casa y se le inculcó la idea de que fue solo la voluntad de Dios la que quiso que se ciñese la corona para dirigir la Monarquía británica por encima de cualquier vínculo, incluso el de su familia, hasta su muerte.

novela
Cap.18 El gran banquete

El día del gran banquete, Chen Mei y el jefe de los fogones reales acompañados de sus respectivos equipos redoblaron su esfuerzo y trabajaron en colaboración para que todo saliese perfecto. Las truchas las trajeron en avión desde Perú y la ternera rubia gallega en un transporte refrigerado exprés.

La Sala del Trono albergó una vez más la tan esperada celebración. La Reina Isabel II con su marido a su izquierda y ocho invitados relevantes del mundo de la política y las finanzas a ambos lados presidían la enorme mesa en forma de U invertida con el trono real a sus espaldas. En cada uno de sus dos brazos largos se sentaban los ciento cuarenta invitados, unos frente a otros, pero situados de tal forma que no podían conversar debido a la anchura exagerada de la mesa y además, los comensales de las dos filas interiores debían girar la cabeza de forma incómoda para poder ver a Su Majestad declamar el discurso.

novela
Cap.19 El envenenamiento

En octubre de 1981, Chen Mei acompañó a la Reina Isabel II a Nueva Zelanda. Durante los últimos cinco años, la joven había sido la jefa de los fogones reales con una esmerada gestión de la cocina desarrollada por los veinticinco maestros al servicio de Su Majestad. De igual forma, colaboró en la organización de todos los banquetes y celebraciones que la Monarca británica ofreció a sus huéspedes. En algunas ocasiones, Chen Mei seguía a la Reina Isabel II en sus viajes con el objetivo de preparar su comida para evitar un posible envenenamiento en aquellos países en los cuales los servicios de inteligencia tuviesen pruebas fehacientes de cualquier posible intento de atentar contra su vida.

Durante el recorrido que Su Majestad hizo a su llegada a Nueva Zelanda, un joven de diecisiete años disparó varias veces un rifle de calibre veintidós desde el baño de un quinto piso de un edificio con vistas a la ruta de paso de la Monarca británica. Afortunadamente, el adolescente erró el tiro, pero los disparos se oyeron entre la muchedumbre y las autoridades policiales dijeron que el sonido de las balas había sido consecuencia de la caída de unas vallas metálicas. El chico fue detenido y condenado a solo tres años de prisión y, posteriormente, ingresado en un centro psiquiátrico. En los interrogatorios, el joven relató que un hombre inglés apodado “Snowman” lo había contratado para matar a la Reina Isabel II. El Gobierno neozelandés decidió ocultar el intento de asesinato a la Monarca británica por miedo a que nunca jamás volviese a visitar su país.

novela
Cap.20 El castillo de Balmoral

En el verano de 1982, la Reina Isabel II se fue con su marido y la Reina Madre al castillo de Balmoral, su residencia estival de junio a octubre siempre y cuando las tareas institucionales se lo permiten. Chen Mei la acompañó desde el primer momento y tuvo que dejar a su familia en Londres, los cuales se acercaron en agosto. A la Monarca británica le encantaba el castillo escocés, ya que allí se sentía ella misma, más natural y dinámica, sin el protocolo estricto del Palacio de Buckingham. Solía disfrutar de las excursiones, caminatas y meriendas al aire libre, y gozaba con los paseos a caballo seguida por los numerosos perros que abundaban en la finca. La Reina Isabel II siempre repetía las mismas actividades de todos los años en el castillo de su propiedad: la revista de los soldados que la protegen, los juegos de Braemar, el baile típico de Escocia en honor a la gente vinculada a la casa y la misa de los domingos en la iglesia de Crathie.

Dos años antes, en el verano de 1980, la prometida del Príncipe Carlos tuvo que pasar la prueba de Balmoral para ser aceptada por la familia real. Diana sacó buena nota y fruto de ello el Príncipe Carlos y Diana de Gales se casaron en julio de 1981. La pareja disfrutó la luna de miel en el castillo de Balmoral, el valle en el que siempre es otoño y todo es maravilloso, pero no fue suficiente para la recién casada que reclamó con desesperación más atención de su esposo.

novela
Cap.21 El año de 1984

En 1984, Diana de Gales dio a luz a su segundo hijo en el mismo centro médico en el que nació Guillermo, ocupando Enrique de este modo la tercera posición en la línea de sucesión al trono británico, aunque hay quienes afirman que hubo un peculiar contratiempo. La princesa del pueblo fue obligada por Su Majestad antes de casarse a entregar sus óvulos a un prestigioso centro médico para comprobar su fertilidad y la continuidad del linaje de la realeza británica. Uno de los especialistas responsables de la fecundación in vitro del futuro proceso de embarazo de Diana de Gales cometió una infracción grave, ya que robó un óvulo de lady Di, lo fecundó con esperma del Príncipe de Gales y lo implantó en el útero de su mujer debido al delirio por ser los padres de un bebé de sangre real. A los nueve meses, tras el parto de la esposa del ginecólogo, nació, mucho antes de que lo hiciera Guillermo, una niña llamada Sarah, la cual en teoría debería convertirse en la heredera al trono británico después del reinado del Príncipe Carlos. Afortunadamente, el médico y su mujer no dieron a conocer la noticia a los medios de comunicación y se calmaron sus desvaríos. En 2015, saltó a la prensa la aparición de la hija secreta de los Príncipes de Gales, puesto que Sarah descubrió en un diario de su madre que los que la habían criado no eran sus padres biológicos, sino que lo eran el Príncipe Carlos y Diana de Gales.

novela
Cap.22 La Reina Madre

Elizabeth Angela Marguerite Bowes-Lyon fue el nombre de la Reina Madre y nació en agosto de 1900, aunque el lugar de su nacimiento sea incierto. Algunas personas de la aristocracia piensan que el nombre francés de Marguerite se lo pusieron debido a que su madre biológica fue sin lugar a dudas la cocinera francesa de la familia, la señorita Marguerite Rodiere. Tras menos de un año en el trono, el rey Eduardo VIII abdicó a favor de su hermano, el rey Jorge VI, quien fue el padre de Isabel II y Margarita. Eduardo VIII apodó a la Reina Madre, la mujer del rey Jorge VI, con el sobrenombre de cookie por su relación con cook, esto es, debido a la posibilidad de que su madre fuese la cocinera de la casa. Sin embargo, hay otros que afirman que el apodo fue establecido mucho antes simplemente por su apariencia dulce y regordeta.

Isabel, la Reina Madre, legalmente plebeya aunque hija de un noble escocés, fue la menor y novena hija de la familia Bowes-Lyon, y se casó con Su Alteza el Príncipe Alberto de York en 1923, el cual se coronó con el nombre de Jorge VI. Hay quienes dicen que a la señora Bowes-Lyon, la cual tenía ya ocho hijos, le prohibieron tener más y utilizaron a su querida cocinera como madre de alquiler.

novela
Cap.23 La muerte de Diana de Gales

A mediados de 1984, el Príncipe Carlos y la Princesa Diana deshicieron su vida en común poco después del nacimiento de su segundo hijo, Enrique, con mutuas infidelidades. El divorcio de la pareja se produjo en agosto de 1996 tras quince años de matrimonio. A finales de agosto de 1997, la princesa del pueblo falleció en un misterioso accidente de automóvil en el cual también perecieron su pareja, el multimillonario Dodi, y el chófer, el director de seguridad del hotel Ritz en París propiedad de la familia del novio de Diana Frances Spencer. Quien sí se salvó fue el guardaespaldas que iba de copiloto, un exsoldado sin la formación necesaria para proteger a la princesa del pueblo.

Diana redactó su testamento en junio de 1993 mediante el cual dejaba casi la totalidad de su fortuna, más de treinta y dos millones de euros de los cuales casi veintiséis millones de euros los había recibido del Príncipe Carlos tras el divorcio, a sus dos hijos, por lo que en dicho documento no aparecía reflejado el supuesto gran interés que mostró Diana durante su vida pública por las causas humanitarias y de valor social.

novela
Cap.24 Los días después del accidente

A las pocas horas del accidente, comunicaron lo sucedido al Príncipe Carlos en el castillo de Balmoral. Sin pensárselo dos veces, decidió avisar a la Reina Isabel II, la cual dio la orden expresa para que la servidumbre no hablara de la muerte de Diana de Gales. Durante el desayuno, el apesadumbrado padre relató el triste acontecimiento a Guillermo y Enrique mientras la Monarca británica decidía un duelo en la más estricta intimidad sin que las banderas del Palacio de Buckingham y del castillo de Balmoral ondeasen a media asta en señal de luto. Fue tal la frialdad e inacción llevada a cabo por los miembros de la familia real que incluso acudieron sin falta a la habitual misa de los domingos en la iglesia de Crathie.

A lo largo de ese trágico domingo de finales de agosto de 1997, el Príncipe Carlos tomó un avión y se presentó en París para reconocer el cadáver de su exmujer y facilitar su repatriación. Los restos de lady Di fueron custodiados en la capilla del Palacio de St. James aislados del público hasta su funeral mientras el Príncipe Carlos regresó sin dilación a la residencia estival en la que se encontraba con la familia real cuando lo avisaron del fatal accidente.

novela
Cap.25 El final de una vida

En julio del 2019, Chen Mei murió como consecuencia de la obstrucción severa de una arteria coronaria. Nada pudieron hacer los médicos por salvarle la vida. A ambos lados de su lecho de muerte se encontraban Li Hao y Gosha Popov con sus respectivas mujeres. Los hijos lloraban por su madre mientras le apretaban las dos manos y recordaban sus ojos grandes y castaños con enormes pupilas y sin los rasgos asiáticos pronunciados.

Li Hao llamó al jefe de los maestros de cocina de los fogones reales para anunciarle el fallecimiento de su madre. El prestigioso cocinero lamentó la pérdida de todo corazón y se la comunicó a la Reina Isabel II, la cual con noventa y tres años aún disfrutaba de sus vacaciones en el castillo de Balmoral.

—Su Majestad, ¿da su permiso para entrar? —preguntó el jefe de los maestros de cocina a la entrada del salón principal del castillo escocés.

—Adelante. ¿A qué se debe tu inesperada visita? —indagó con preocupación la Monarca británica mientras lo veía acercarse a su encuentro.

—Chen Mei ha fallecido en el Royal London Hospital de un ataque cardíaco. Acabo de recibir la llamada de su primogénito Li Hao.

bottom of page